una invitación


-Los invito a ver las obras a través de sus propios ojos.

Esa frase es la que impotentemente guardé por respeto o por falta de agallas ante un par de personas que observaban, o mejor dicho daban un vistazo a la realidad inmediata, que era la exposición de obra plástica en un evento reconocido en mi ciudad natal. Nos encontrábamos ya sentados observando a la gente que llegaba y se acercaba, un grupo selecto, o sea que eran personas que habían podido pagar una entrada en taquilla, o reventa o pre venta o se la encontraron tirada en algún bache relleno de agua o volando junto a alguna bolsa de plástico de esas que dicen Thank you, gracias por su consumir; la gran mayoría de las personas se acercaban a apreciar las piezas, se asombraban, se incomodaban, pasaban los ojos sin juicio, o se inmiscuían profundamente en las líneas, manchas, colores, vidas allí presentadas, algunos preguntaban, algunos sólo acompañaban. Después de varios sujetos y sujetas amables, serios, sonrientes, empáticos, fastidiados (tan temprano y no), molestos, gustosos, invisibles, y un montón de antónimos y anónimos, de repente se acerca un par, un hombre (probables 40 años) y una mujer (probables 39, ella dice que 35 o a veces 30), su atuendo no es llamativo, lo que es llamativo es el portar de sus aparatos electrónicos, él trae una especie de webcam, insertada en una especie de base que parece un arco horizontal, en la que se inserta el smartphone, y a través de éstos se puede ir grabando o tomando fotografías, llamó mi atención, giré con mi equipo y le hice una señal de que también prestara atención a tal artefacto, que probablemente es de lo más común pero que nunca habíamos visto en vivo, detrás de éste hombre que casi era invisible pero que su objeto lo hizo resaltar, venía la mujer con su tablet, como su dispositivo electrónico ya es de uso común, ya pasó de moda, a ella si le vi el rostro, un tanto frustrado, probablemente quería el otro artefacto, que seguramente era de su cónyuge. Ambos se acercaron a "ver", allí es cuando me percaté de que nunca se detenían a observar las piezas a través de sus propios ojos, sin filtros, sin mallas, sus ojos tenían estas placas tecnológicas que los enajenaban. En lugar de ver, ellos guardaban información que pienso en lo personal, no volverán a ver, fotografías que posiblemente mostrarán jactándose de haber disfrutado (cegados)  de una muestra y que comentarán sin haber experimentado el sentir de la pieza misma, pero yo que sé de ellos.
Me alegra que sólo eran dos personajes entre cientos de los que asistieron, o por lo menos yo vi a dos. Me quedé con ganas de decirles la frase "-Los invito a ver las obras a través de sus propios ojos", y en lugar de "las obras", pondría "la naturaleza", "la vida", "el ser",
los invito, invito también a mí.

-Fèvrier

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