La veo.
La veo y
desaparesco dando vueltas sobre mi propio eje.
La veo y
explota dentro de mí todo lo posible.
La veo y
me enamora.
La veo y
me reflejo.
La veo y
la reconosco, y me aprendo sus detalles y quiero estar cerca de ella, muy
cerca.
La veo y
quiero comerla.
La veo y
deseo guardar esa imagen hermosa en mi cabeza.
La veo y
perdura.
La veo y
la amo.
La veo.
No puedo dejar
de verla.
No quiero
dejar de verla.
Amo estar
allí, olerla.
Descifrarla.
Probar sus
sabores.
Embriagarme
de sus gestos, besos y caricias.
Dormir en
sus brazos y ella en los míos, en mis abrazos.
Tocar cada
fibra de su corazón con mayor delicadeza que la
del mejor de los cirujanos.
Darle todo
lo que tengo y quedarme vacía y rellenar de amor cada huequito.
Ser la
letra que conoció, y aún mejor, la mujer que merecemos.
Agredecida
en cada suspiro profundo, hondo, íntimo.
Con
placer, gusto y deseo.
Sin disgusto
o malentendido, todo con las enormes ganas que se tengan, con las palabras más
cercanas y sinceras.
Con una
mano en el corazón, la otra en el cerebro.
Con los
pies en la tierra, en las nubes y en las olas.
Con las
miradas cruzadas y pueriles.
Con los
torsos mezclados, formando nuevas curvas, nuevos colores, sabores suaves,
olores que se memorizan.
La veo y
es todo.
La veo, perfecta.
La veo, la
admiro, la observo, la veo.
La cuido.
La deseo.
La veo y
brilla.
La veo y
brillo.
La veo y
ya nada más molesta.
La veo y
medicina para el alma es.
La ver.
La siento.
La abrazo
tan fuerte que no la lastime.
La beso
tan apasionada que no se esfume.
La
acaricio tan fuerte que su piel se eriza.
La veo
dormida.
La veo en
su etapa creativa.
La veo
molesta.
La veo y sonríe.
La veo y
sonrío.
La veo y
ya.
La veo y
la veo con amor.
La veo
hasta en la sombra.
La veo
dentro y fuera.
La veo
cruda.
La veo
madura.
La veo
lista.
La veo
preciosa, valiosa y amable.
La veo
hasta las estrellas.
La veo en
cada flor.
La veo en
el cielo con nubes y luna, polvo estelar que guía.
La veo y
no me permitiré parpadear, a menos que el parpadeo sea besable.
La veo, me
ve y todo es un gran grito de amor, que rebota, eco y buenas intenciones, con
la mejor disposición, la mejor actitud.
La veo
cuando despierta y aún sigue dormida por dentro.
La veo
moviendo cada parte de su cuerpo, perfecto.
La veo
como aquella ocasión en que por primera vez dejó de ser sólo una amiga.
La veo de
reojo.
La veo de
frente.
La veo
cuando parece que no la veo.
La veo, a
veces ella también me ve, y me doy cuenta pero no volteo.
Me aprendo
sus gestos y los hago de vez en cuando y sin darme cuenta.
La veo por
que si la conocieras, también la verías.
Fèvrier
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