A las cinco veintitrés, veinticuatro y veinticinco

Dejemos los limites, 
muestrate tal como eres, 
yo deje las primeras capas antes de tocar tu puerta, 
desnuda tu mente,
seamos luz, 
que los sentidos nos guíen,
que los nudos se vayan deshaciendo con el vaho intrínseco, 
que las palabras se mezclen con las miradas, 
los recuerdos se vuelvan presente,
los movimientos sean como ya son, naturales, fluidos, empíricos, 
con sabor, aromas deleitantes.

Y para dejar en suspenso la escena, 
que los labios no se toquen, 
que los labios recorran y tomen rutas inusuales, 
que esto siga como ha sido desde el comienzo, 
un admirar y conocer, un vaivén de sensaciones, un aprender, entender, disfrutar, 
tensión, 
de esa dedicada, 
de esa que sabemos y que temo descubran para que un día cualquiera te sorprenda con un robo público. 

Así eres y así no eres, 
por eso me quedo, 
no es decisión mentalizada, 
es aceptación corporal,
el cual, de tus abrazos adictivos es fan, 
y del cual salen y entran lazos 
que suaves y sutiles 
te acarician.

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